Miembros de las YPG/TPJ en el recién recapturado centro cultural de Kobanê, 22D. |
Ayer se cumplieron 100 días desde el inicio del asedio por parte del Estado Islámico a Kobanê, la ciudad bajo control de las fuerzas revolucionarias kurdas ubicada en las cercanías de la frontera con Turquía.
Han sido 100 días en los que, en muchos momentos, la victoria de los fascistas parecía no solo probable si no inevitable. Más de tres meses en los que Kobanê ha vivido, primero, un éxodo masivo de civiles que trataban de huir del Estado Islámico, en primera instancia hacia Kobanê, bastión de la resistencia del pueblo contra la barbarie. Y más tarde, ante el inminente ataque relámpago de ISIS, otro éxodo de miles de personas que creían que Turquía les ofrecería asilo como refugiados de guerra. No fue así.
El Estado turco trató de reprimir con todas sus fuerzas, no solo a los miles de civiles hambrientos e indefensos que trataban de huir a Turquía, si no también a los miles de voluntarios que querían colaborar en la defensa y auxilio de Kobanê. A ambos grupos atacaron las fuerzas represivas de la burguesía hasta incluso matar a varios, esperpento que los medios han ocultado abiertamente y que delata la ambigua complicidad de Turquía y la propia OTAN con el Estado Islámico.
Han sido meses en los que hemos, seguimos y seguiremos presenciando la bella cualidad de cientos de voluntarios que han partido a Kobanê a luchar contra la muerte, no solo patriotas kurdos, sino también una nueva generación de brigadistas internacionales venidos de todo el mundo, sin ser kurdos ni recibir órdenes de ningún superior más que la férrea solidaridad internacional en la lucha contra el fascismo.
Meses en los que la figura de la mujer revolucionaria, consciente y luchadora, ha vuelto a copar, como si de la Europa oriental combatiendo a los nazis estuviésemos hablando. Y es que qué mejor momento para que se volviese a demostrar el papel esencial de la figura de la mujer obrera combativa que frente a la más brutal forma de dominación capitalista: el fascismo. Un fascismo que, amparado en el fundamentalismo religioso, ha apaleado a mujeres hasta la muerte como castigo por el divorcio, ha esclavizado a miles de mujeres y las ha convertido en prostitutas (con un incompleto alivio podemos decir que las YPG/YPJ han conseguido liberar a varios cientos de ellas hasta el momento), que ha mutilado a otras miles, y que pretende hacer de la mujer un ser inferior y sumiso. Una sinrazón que trastoca hasta sus más irracionales miedos, ya que es ampliamente conocido el temor y la insubordinación que ha suscitado entre los fascistas la creencia de que si una mujer es la que te quita la vida, el supuesto paraíso estará vedado para ti.
Y pese a todo esto, pese a haber resistido meses aislados, sin un equipamiento adecuado, sin grandes ejércitos ni más aliados que los oportunistas entre los poderosos, los camaradas de Kobanê han resistido, y no solo han resistido, si no que a día de hoy han logrado avanzar desde Kobanê, como ya lo hiciera el Ejército Rojo desde Stalingrado en la IIGM, en una contraofensiva que está golpeando a los fascistas donde más les duele y creando nuevos focos de esperanza. Hace pocos días se confirmó el establecimiento de un corredor libre de fascistas entre Kobanê y Sinjar, un corredor en el cual decenas de aldeas y miles de personas han sido liberadas con ferocidad y estrategia de los fascistas. Un corredor que ha permitido que en estos mismos momentos el pueblo yezidí esté siendo entrenado y armado por las YPG/YPJ para vender cara su libertad a los terroristas.
Es por todo esto, que Kobanê es el mejor ejemplo de que la sociedad no la transforma el derrotismo ni la cobardía, si no la firme determinación y la calculada táctica para adaptarse a las condiciones materiales, en manos de un pueblo que lleva demasiado tiempo siendo vapuleado por las distintas facciones imperialistas del capitalismo. Es por todo esto, que hoy los camaradas de Kobanê, Rojava y toda Kurdistán siguen en pie, y esperemos que lo sigan hasta la consecución de la revolución y más allá.
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